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Por Ander Masó

En el Centro Histórico, donde las calles murmuran historias y los edificios respiran siglos de transformación, el Hospital de Jesús emerge como un protagonista singular. Fundado en 1524, este hospital no solo es el primero en América, sino un testimonio viviente de la evolución de México y de la medicina. Aquí, tradición y tecnología coexisten en un equilibrio casi poético.

Caminar por sus pasillos es emprender un viaje en el tiempo. Las paredes, que presenciaron la caída de Tenochtitlán, hoy enmarcan quirófanos de última generación y áreas de terapia intensiva equipadas con tecnología de punta. En este hospital, la historia no está en exhibición, está en acción, guiando cada avance médico y cada decisión innovadora.

Pero no todo es nostalgia. El Hospital de Jesús es también un símbolo de resiliencia y modernidad. Desde urgencias operativas 24/7 hasta más de 8,000 estudios anuales en sus laboratorios y áreas de Rayos X, la institución demuestra que su compromiso no se limita a ser un relicario del pasado. Es, sobre todo, un espacio diseñado para el presente y el futuro.

El legado histórico se mezcla con un personal médico excepcional. Más de 20 especialidades, que abarcan desde cardiología y neurocirugía hasta nutrición y reumatología, colocan al hospital a la altura de los mejores centros médicos del mundo. El equipo no solo se preocupa por curar enfermedades, sino por tratar a los pacientes como individuos, cada uno con historias y necesidades únicas.

En 1956, el Hospital de Jesús realizó la primera cirugía a corazón abierto en México y América Latina, un logro que marcó un antes y un después en la medicina de la región. Hoy, con quirófanos de última generación, ese espíritu pionero sigue vivo, demostrando que la innovación no está reñida con la tradición.

Sin embargo, lo que realmente distingue al Hospital de Jesús es su compromiso con la accesibilidad. En una era donde la salud a menudo parece un lujo, este hospital se esfuerza por ofrecer atención de calidad a precios accesibles. Es un recordatorio de que la medicina no solo debe ser avanzada, sino también humana.

Cada rincón del hospital es una declaración: la medicina puede ser moderna sin perder de vista su esencia. En este espacio, que lleva medio milenio operando, se comprende que el progreso no es solo una cuestión de tecnología, sino de mantener la humanidad en el centro del cuidado médico.

El Hospital de Jesús no es solo un lugar para sanar; es un símbolo de continuidad en un mundo de cambios. Es un recordatorio de que la historia y la innovación pueden ser aliados poderosos. Y que, después de 500 años, su misión sigue intacta: servir a la vida en todas sus formas.