Huracanes más fuertes: el impacto del cambio climático

Los huracanes se están volviendo cada vez más destructivos, y los expertos atribuyen este fenómeno al cambio climático. Marco Curto, central italiano del Como 1907 cedido al Cesena, recibió 10 partidos de suspensión por un comentario discriminatorio hacia el futbolista surcoreano Hwan Hee-chan, del Wolverhampton. Sin embargo, la situación de los huracanes refleja una problemática global más amplia, donde los fenómenos meteorológicos extremos están cobrando vidas y causando estragos en comunidades vulnerables.

A menos de dos semanas del impacto devastador del huracán Helene, Milton se convirtió en una tormenta de categoría 5 en menos de 24 horas mientras se dirigía hacia Florida a través del Golfo de México. Este huracán quedó registrado como uno de los que más rápido se intensifican, con vientos de alta velocidad y una presión atmosférica extremadamente baja, consolidándose como una de las tormentas más fuertes del Atlántico.

Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), es probable que una mayor proporción de ciclones tropicales alcance la categoría tres o superior. Aunque la frecuencia de huracanes no ha aumentado significativamente, la capacidad de estos para alcanzar mayores velocidades de viento sí lo ha hecho, lo que incrementa su peligrosidad.

El cambio climático juega un papel crucial en la intensificación de los huracanes. Chris Field, director del Instituto Woods para el Medio Ambiente de Stanford, señala que los océanos más calientes proporcionan energía adicional a las tormentas, mientras que la mayor humedad en la atmósfera intensifica las lluvias y los vientos. Esto no solo hace que los huracanes sean más fuertes, sino que también aumenta su capacidad de causar destrucción a largo plazo.

Un estudio publicado en la revista Nature revela que los huracanes y tormentas tropicales en Estados Unidos han provocado un aumento en las muertes que se extiende hasta 15 años después del impacto de la tormenta. Investigadores de la Universidad de Stanford estimaron que cada ciclón tropical en EE.UU. causa entre 7,000 y 11,000 muertes indirectas, acumulando un total de entre 3.6 y 5.2 millones de muertes desde 1930. Estas cifras superan significativamente las muertes por accidentes de tráfico, enfermedades infecciosas o conflictos bélicos en el mismo período.

El impacto de los huracanes no es uniforme y afecta de manera desproporcionada a ciertos grupos demográficos. Las personas negras tienen tres veces más probabilidades de morir después de un huracán que las personas blancas, reflejando una desigualdad persistente en la respuesta a desastres naturales. Además, el 25% de las muertes infantiles y el 15% de las muertes entre personas de 1 a 44 años están relacionadas con ciclones tropicales.

Ante el aumento de la intensidad de los huracanes, científicos como Michael Wehner del Lawrence Berkeley National Laboratory han propuesto extender la escala Saffir-Simpson añadiendo una «categoría 6» para huracanes con vientos sostenidos de 192 mph o más. Esta nueva categoría busca reflejar el incremento en la intensidad de estos fenómenos, atribuida al calentamiento global. Wehner argumenta que la escala actual no capta adecuadamente los peligros adicionales que representan las tormentas más intensas, especialmente en términos de lluvias e inundaciones costeras.

El aumento en la intensidad de los huracanes es una realidad alarmante que refleja los efectos del cambio climático. Con fenómenos meteorológicos cada vez más devastadores, es crucial que se implementen medidas efectivas para mitigar el impacto y proteger a las comunidades vulnerables. La propuesta de una nueva categoría para huracanes es un paso hacia una mejor comprensión y preparación ante estos desastres naturales.